Fui a Ruanda a aprender más sobre perdón y reconciliación. ¿Qué mejor lugar para ello? He aprendido ¡tanto! ¡Qué grandeza puede mostrar el ser humano! Al volver escribimos, Ángela y yo, un artículo que acaba de salir en El País «Ruanda se reconcilia». Algunas frases del artículo: «Lo que están haciendo los ruandeses desde hace más de 20 años es mucho más que aprender a soportarse; es mucho más que tolerar la existencia del otro; es mucho más que mantener una paz endeble mediante el silencio o la represión del resentimiento, el odio o el rencor. En Ruanda la palabra reconciliación tiene un significado muy profundo, no es solo volver a relacionarse, es volver a relacionarse desde la verdad, la justicia, el perdón y el contacto, ingredientes básicos de la verdadera reconciliación«… «Los ruandeses sonríen, todavía con el espanto en la memoria, con el horror que aún no han podido despegarse del todo, con el vértigo que produce haber mirado al mal a los ojos. No son sonrisas superficiales, no son sonrisas mecánicas ni fingidas, son el resultado de comprobar que el ser humano es mucho más que el dolor que puede provocar y que puede padecer, que el alma humana puede soportar el espanto y el horror, que nuestra capacidad para el bien es siempre mayor, y que reconociendo la humanidad del otro se empieza un auténtico camino de grandeza y esperanza«