Sobre el empeño en ser felices

1-IMG_9606Hoy es el Día Internacional de la Felicidad, dicen. Puaj!. Pocas cosas me enfadan tanto como este tema de la felicidad… en concreto, la tendencia a hacer de la  alegría y la felicidad un bien de consumo, y muy rentable, por cierto; son cientos de  millones de dólares los que genera anualmente la llamada “industria de la felicidad”:  libros de autoayuda, cursos de fin de semana, talleres de trabajo de emociones  positivas… Sin embargo, ya sabemos que las personas que consideran especialmente importantes la felicidad o la alegría son precisamente las que menos las consiguen, y que acaban sintiendo más soledad y decepción (Pérez Álvarez, 2013).

Parece que somos cada vez menos capaces de aceptar que es saludable a veces sentirnos mal como respuesta a las circunstancias de la vida, y tendemos a interpretar el sentirse mal como patológico siempre. Y evitamos sentirnos mal, y buscamos sentirnos siempre alegres, y eso puede traer problemas, como recuerda la Terapia de Aceptación y Compromiso.

Y yo además creo que es un error confundir la felicidad con la alegría, y pensar la alegría como una emoción (Prieto, 2013). Quizás no debiéramos buscar ESTAR alegres o sentirnos alegres, en una concepción superficial de la alegría. Quizás sea mejor SER alegres. Quizá sea mejor hacer de la alegría un estilo de vida. Entonces sí, la alegría podría acoger sin miedo los malos momentos, los grandes sufrimientos, las experiencias de dolor y vacío, sin verse amenazada. Porque un estilo de vida es estable, y el ánimo que se deriva de él lo es también; es profundo, es constante, no sólo soporta la tristeza sino que coexiste sin asustarse de ella.

 

 


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