Jávea, unos de mis lugares preferidos. Para mí es sinónimo de descanso, de disfrute, de familia y risas, de pareja, paseos y mar. Uno de los pocos lugares de la costa valenciana aún no masificado, aún no devorado por el cemento y el hormigón. Un lugar donde hay un espacio importante para la cultura, donde se cuidan los detalles, se cuida la belleza.
No sé explicar la extraña conexión que a veces tengo con determinados lugares. La entiendo con el lugar donde uno nace, la sensación de arraigo, de pertenencia (a mí el País Vasco me hace sentir arropada y como parte de algo grande); pero además de eso, hay lugares con los que «me entiendo», en los que me siento como en casa desde el primer minuto. Y no se trata de su belleza: no conecto en absoluto con París, por ejemplo, mil veces más bella que Benidorm, y sin embargo me encanta estar en Benidorm. Jávea es uno de esos lugares mágicos; en cuanto fui la primera vez supe que allí encajaba bien y que podía relajarme. Tendré que investigar este tema de la conexión persona-lugar…