Somos seres sociales; incluso yo, a pesar de que me encante la soledad y cada día me espanten más los jaleos y las fiestas. Nos hacemos gracias a las miradas de los otros, nos reflejamos en sus ojos y masticamos, digerimos y hacemos nuestra la imagen que nos devuelven de nosotros, y así nos vamos construyendo mutuamente. Nos necesitamos. No hay ninguna otra variable psicológica que haya mostrado más relación con la salud (física y mental) que el apoyo social, de cualquier tipo (emocional, informativo, instrumental) o de cualquier fuente (amigos, familia, trabajo).
Pero me han llamado la atención los estudios que encuentran que el apoyo social tiene un efecto distinto en las mujeres. Más intenso, más protector; y no sólo el apoyo social en general, sino el apoyo social que proviene de mujeres. Las mujeres nos hacemos mucho bien cuando nos apoyamos unas a otras. Nada mejor para la salud que un buen grupo de amigas, o una buena relación de hermanas (o primas), o un trabajo rodeado de compañeras amables. Una cena de amigas, un café con risas y bromas, una conversación íntima, un compartir secretos y consejos, un favor o un comentario amable… ¡hay tantas maneras de transmitir apoyo!
Yo llevo más de un año sin cogerme ni un triste catarro… ¡gracias a todas mis mujeres! (ya sabéis quiénes sois, aunque no ponga vuestra foto).