Pocas cosas hay que tengan importancia absoluta en la vida; el 99% de las cosas tienen la importancia que les damos. Nosotros se la damos, sabiéndolo o no. ¿Y cómo? Según actuamos. No según pensamos ni según sentimos… según actuamos.
Si yo me comporto «como si» algo fuera importante, lo convierto en importante automáticamente. Si actúo para que alguien esté contento, estoy convirtiendo a esa persona en importante en mi vida, piense lo que piense de ella y sienta lo que sienta por ella. Si actúo para ser coherente con un valor, ese valor es ahora más importante para mí.
Si actúo para no sentir miedo, para no volver a sentir angustia, estoy dejando que el miedo (ansiedad, angustia, llámalo X) sea el que manda en mi vida. Y así lo alimento, y le hago grande, y se crece, y se cree importante, y gana valor, y cada vez se adueña más de mí, con cada pequeño gesto que hago por miedo o para no sentirlo.
Sin embargo, si actúo «como si» no tuviera miedo, el mensaje que estoy mandando es claro: el miedo no manda en mi vida, él no toma mis decisiones, no es lo bastante importante como para que yo cambie mi vida por él. Y el miedo se hace pequeño, se acobarda, pierde importancia, y cada vez es más fácil ganarle la batalla…
Funcionar «como si» vale para el miedo, y para muchas otras situaciones, pero no es el caso ahora. Hoy, simplemente, un mensaje: mirar a los ojos al miedo, no dejar que se haga grande, actuar «como si» no estuviera, con toda nuestra chulería y todo nuestro poder, que es mucho.
María tus palabras siempre mueven algo dentro de mí. GRACIAS!
Me gustaMe gusta
Fátima, no sabes lo que me alegro… ¡Un abrazo!
Me gustaMe gusta
Te leo y me hago fuerte ante el miedo, pero es tan poderoso… Si me atrevo con él a veces se multiplica. Otras veces soy cobarde y espero que pase la tormenta. Otras… simplemente lo sufro. Gracias por tu enseñanza
Me gustaMe gusta